viernes, 12 de febrero de 2010

Juego de ladrones


Hace tiempo que descubrí que se escondía cuando yo me le acercaba, para gozar de su grata presencia. Aunque quería creer que la olvidaría con el tiempo, en el fondo mi angustia cada vez era mayor y me invadía una eterna nostalgia al pensar en ella. Quizás fue por el esfuerzo desmedido en conseguirla.

Pero el tiempo pasó, y no se quién de nosotros se olvidó primero; lo cierto es que cuando asomó la luna por mi ventana, rellena y golosa, vi en mi lecho su curvado cuerpo dispuesto a ser mío por unas horas, capaz de entregarme mucho más de lo que deseaba. Su mano transparente, como la de los fantasmas, tocó mis mejillas y pareció comprender la sensibilidad y paciencia que albergaba en mi corazón. No duró más que esa noche, pero jamás dejé de amarla como lo hice la primera vez.

Cuando se fue, sabía que estaría junto a su mejor esencia. Me robé la sombra de aquella mujer del bar, y quizás por venganza o por amor, su sombra robó la mía, y escaparon juntas.

Aquel amor oculto, fue más fuerte y modesto que la pasión encontrada en la carne, tal vez porque se hizo más prudente bajo el velo que protegía a sus amantes, o quizás, porque el silencio de sus cuerpos les permitió amor eterno.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Reencuentro


Hebras que caen

Sobre su pelo desteñido

Sobre sus años sin sentido

Caen

Al acecho de quien sepa recogerlos


Sus ojos observan

La llegada prometida

La esperanza abatida

Observan

Añorando que alguien los despierte


Sus labios tímidos se callan,

En silencio meditan,

Nunca gritan

Callan

Esperando ser besados por la misma piel


Sus manos elaboran,

Gran obra de su pasado

Por tanto haber amado

Elaboran,

Por si alguien lo ha olvidado


La nariz siempre olfatea,

Jazmines presentes

Rosas ausentes

Olfatea,

Para reponerlas cuanto antes


Sus dientes siempre muerden,

Las heridas no curadas

Las historias amarradas

Muerden

Para desatarlas como antes


Y todos ellos se ríen,

La miran indiscreta,

La sueñan incorrecta

Ríen

Porque desconocen lo que les puede pasar


Pero ella sigue soñando,

Que su pasado se hace presente

Que alguien escucha lo ausente

Soñando

Que todo aquello será realidad


Hasta que alguien su pelo recoge,

Despierta sus ojos

Besa su piel

La recoge,

Para vivir eternamente lo que nunca sucedió


Y todos ellos lloran,

Los miran apenados,

Los sueñan olvidados,

Lloran

Por no haber juntado antes sus cuerpos fallecidos


Ambos se funden,

En un mismo vuelo,

En un mismo consuelo

Se funden

Para que nunca nadie los separe de nuevo


….♀♂♀♂♀♂….

jueves, 3 de diciembre de 2009

Rezo de Sultanes


Aquellos ojos marrones, extraídos desde el fondo de la Tierra misma, decidieron encenderse hacia algún novato con intereses de negociar, excepto que sin un tratado seguro de comercio. Aunque eran tantas las miradas que recaían sobre su crepúsculo, pocas eran las que se atrevían a ser seducidos espiritualmente por el clamor de su prosa, de sus pardos diamantes hundiendo a toda una humanidad con sus delirios. Aunque este ingenuo decidió por resignarse, aún quedaba el puñado de semillas de un gran árbol, esperando que las húmedas gotas de lluvia les permitan extender sus raíces por las tierras donde mecían su cuerpo.

Aquel nuevo muchacho que fijó su vista en ella con sus profundos ojos carbón, no era más que otro pez atrapado en una gran red, casi invisible a los ojos; aquellos huracanes que visiblemente desaparecen al ojo humano, se rearman continuamente en los terrenos extranjeros, y sin avisar siquiera, que vienen en camino. Tal como lo dibuja la sabia naturaleza, todo comenzó con una simple epopeya de amistad, de risas y gustos plenos que continuó por el camino sinuoso de la fraternidad de un amor infinito, aunque interminable y enmascarado en lo posible; de la misma forma que lo haría Penélope con su Ulises, aquella figura feminista se empeñaba en destejer cada día, lo que ambos construían incesantemente tras la lucha de palabras. Solo que sin la necesidad de ganar tiempo para que regrese su Ulises, pues jamás pudo existir.

Esta mujer, cautiva incluso de su vida familiar, sabía que lo que para el resto era la transparencia cristalina de los sucesos hecha persona, identificada incluso por aquella idea central tan popularmente conocida: amar y ser amado por otra persona. Para ella toda aquella situación era el infierno reducido al polvo, que asfixiaba sus pulmones discerniendo sobre su confuso futuro, intoxicándola incluso de la realidad que vivía y de la postura que debía tomar para el asunto.

¿En donde comenzarían los temores? ¿Sería en aquel ocaso donde decidía poner fin a sus tejeduras y arraigarse a su pena más innoble? Aquellos riesgos que se negaba afrontar, eran la principal causa de sus decadencias psicológicas, sociales, e incluso físicas. Un completo estado de enfermedad permanente que nadie puede tratar, siquiera, de disimular un poco.

Yo recuerdo las manos de aquél, entrelazando los ideales que ella se privaba, aún cuando de rodillas ante su espíritu pleno, él le pidió una respuesta contundente. Si, lo recuerdo demasiadas veces. Recuerdo además, cuando le susurraba al oído poder terminar con aquel amor clandestino; pero ella parecía ser sorda a los sentimientos, y de esta forma poder continuar persistiendo con sus ya gastados pretextos, aún sabiendo que solo darían como fruto la pérdida de tiempo y el incremento de dolor para sus corazones.

Aún dadas las circunstancias de incandescencia de los ojos de ella que penetraban en los de el intentando mantener la ceguera, el se decidió por el camino de la resignación, tal como lo haría su antecesor, y lo decidió con más firmeza en el momento final, o uno de los tantos que simulaban reaccionar. Por su parte, ella correspondió contradictoriamente a sus principios morales, y se aferró al silencio verbal de sus sentimientos más predecibles, sin obrar tampoco para conseguir algún beneficio de su persona.

Aquellas llamas que se ocultan bajo el velo de sus ojos penetrantes y su tristeza indescriptible, conservarían la fuerza y la avaricia para capturar a otro convicto, arrastrarlo con su marea hasta el fondo del mar, y girar el mundo tantas veces que sea imposible diferenciar en aquel tumulto, el principio y el final; hasta que le pasen los años sobre sus ojos y se consuma completamente en la nostalgia, recordando, cuantas veces pudo haber amado.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Candor


Nos obligan a dejarlo sobre el banco de estudio apenas entramos al aula.

Sin embargo, nosotros solo nos limitamos a mirar cómo los examinan, ya que no tenemos otra alternativa. Les quitan las manchas y los califican, según sus normas, para luego darnos los resultados de la evaluación, aunque lamentablemente siempre son pocos los que logran eximirse, los que terminan aceptando la forma de pensamiento, limitada por ciertas variables.

Sin indagar, cambian las piezas de lugar y las reordenan a su gusto como si fuera un puzle delicado o casi imposible de armar. A veces deciden tirar ciertos fragmentos que consideran problemáticos y colocan en su lugar piezas nuevas, determinantes de nuestro futuro. Todo esto les quita el poco humor que traían al principio; se ponen serios y hasta nos castigan. ¿Somos conejitos?

Todavía no podemos hacer nada, o quizás nunca lleguemos a hacerlo; pues son nuestros padres quienes nos obligan día a día a concurrir a esta fábrica de ideas, a esta cárcel de la vida. Y lo peor es que están seguros de lo que quieren de nosotros, pues también ellos fueron moldeados en la misma escuela, con el mismo sistema educativo; retoños todos del mismo árbol.

Es una lástima, que luego de esta clase, mi cerebro ya piense distinto.

domingo, 24 de mayo de 2009

Muerte ¡Llena eres de gracia!




Me quitaron la guadaña y mi licencia, ¿pueden creerlo? ¡Mi guadaña! Tantos años al servicio de la comunidad para que me la quiten y me den a cambio esta escoba decrépita, para limpiar esas feas habitaciones todos los días del año y todos los años del siglo. Encima me es difícil olvidarme de la guadaña, si hasta hay veces que de dormida agarro la escoba al revés pensando que es mi vieja amiga, hasta que me cae lo tonta cuando ya es tarde.

Ahora que soy jubilada, me hacen lustrar lo que ya está limpio. Si, yo pienso lo mismo, una barbaridad. ¡Si por lo menos las usaran! Hace varios meses que no encienden siquiera un cirio, y lo peor es que los tienen contados por si me decido a gastar alguno. ¡Que miserables! Antes se encendían cada día como muestra de recibimiento a los difuntos, o eso comentaban, pues más parece que el pasado siempre es mejor que el presente y más aún que el futuro.

Encima me da una bronca, porque me la paso limpiando para que no me echen también de este trabajo y resulta que es en vano; ni siquiera me traen un diario. Bueno, es cierto, no tengo ojos pero mi espectro ve, escucha, siente. Cada vez que limpio rezo como jamás lo haría, para que algún difunto aparezca tranquilamente con toda una procesión detrás. ¡Ay! ¡Es tan horrible limpiar todo para no escuchar ningún elogio!
Es como el ama de casa que espera que alguien cercano note lo que ha trabajado durante todo el día quitando hasta el último gramo de polvo, sólo para complacer sus ojos; y que encima estos miren con indiferencia, sin mencionar siquiera que realmente sienten un milagro de pocos segundos al encontrarse todo reluciente. En realidad, el problema es que nunca viene nadie, ya comenzando desde ahí digamos que no puedo criticarlos por si notan o no que trabajo como una yegua; antes, en cambio, era mucho más divertido. Yo iba hacia ellos y les complacía el rostro con un corte definitivo. ¡Si me brillan los ojos de la emoción! ¡Que momentos de gloria, de alegría y de ternura!

Entonces ahí es donde me pregunto: ¿Tanto tiempo desarticulando los huesos de mi cuerpo para terminar así? Que decadencia, cielo santo; vieja, sola y ahuecada, ¿qué peor que eso?

Si bien me han quitado la placa, he decidido trabajar ilegalmente. Ya me cansé. Ahora será la sangre hirviente de los humanos la que entibiezca este lugar, para que quizás algún día alguien reconozca que pude unirlos, en la muerte, pero que pude hacerlo; incluso más que la vida misma.
Sin diferencias, sin resentimientos entre ellos; tan solo un simple silencio y la valoración de toda una persona como si fuera una obra de arte ¡Así me gusta! Después de todo, no dejo de ser una simple viejecita.

FIN


Espero que les haya gustado y que me dejen sus opiniones al respecto para mejorarlo cada dia mas.. =)

Un abrazo

Guillermo E. Tibaldo

sábado, 2 de mayo de 2009

Ameno - Era

Para que puedan disfrutar de la música que nos llega al corazón más cercano, el que nos dice cuales son los verdaderos dotes de nuestra naturaleza.. (= Guillermo Exequiel Tibaldo =)

viernes, 10 de abril de 2009

Rezo de Sultanes


Dedicado especialmente para un gran amigo, quien fue el partícipe de tales sucesos.



Aquellos ojos marrones, extraídos desde el fondo de la Tierra misma, decidieron encenderse hacia algún novato con intereses de negociar, excepto que sin un tratado seguro de comercio. Aunque eran tantas las miradas que recaían sobre su crepúsculo, pocas eran las que se atrevían a ser seducidos espiritualmente por el clamor de su prosa, de sus pardos diamantes hundiendo a toda una humanidad con sus delirios. Aunque este ingenuo decidió por resignarse, aún quedaba el puñado de semillas de un gran árbol, esperando que las húmedas gotas de lluvia les permitan extender sus raíces por las tierras donde mecían su cuerpo.


Aquel nuevo muchacho que fijó su vista en ella con sus profundos ojos carbón, no era más que otro pez atrapado en una gran red, casi invisible a los ojos; aquellos huracanes que visiblemente desaparecen al ojo humano, se rearman continuamente en los terrenos extranjeros, y sin avisar siquiera, que vienen en camino. Tal como lo dibuja la sabia naturaleza, todo comenzó con una simple epopeya de amistad, de risas y gustos plenos que continuó por el camino sinuoso de la fraternidad de un amor infinito, aunque interminable y enmascarado en lo posible; de la misma forma que lo haría Penélope con su Ulises, aquella figura feminista se empeñaba en destejer cada día, lo que ambos construían incesantemente tras la lucha de palabras. Solo que sin la necesidad de ganar tiempo para que regrese su Ulises, pues jamás pudo existir.
Esta mujer, cautiva incluso de su vida familiar, sabía que lo que para el resto era la transparencia cristalina de los sucesos hecha persona, identificada incluso por aquella idea central tan popularmente conocida: amar y ser amado por otra persona. Para ella toda aquella situación era el infierno reducido al polvo, que asfixiaba sus pulmones discerniendo sobre su confuso futuro, intoxicándola incluso de la realidad que vivía y de la postura que debía tomar para el asunto.


¿En donde comenzarían los temores? ¿Sería en aquel ocaso donde decidía poner fin a sus tejeduras y arraigarse a su pena más innoble? Aquellos riesgos que se negaba afrontar, eran la principal causa de sus decadencias psicológicas, sociales, e incluso físicas. Un completo estado de enfermedad permanente que nadie puede tratar, siquiera, de disimular un poco.
Yo recuerdo las manos de aquél, entrelazando los ideales que ella se privaba, aún cuando de rodillas ante su espíritu pleno, él le pidió una respuesta contundente. Si, lo recuerdo demasiadas veces. Recuerdo además, cuando le susurraba al oído poder terminar con aquel amor clandestino; pero ella parecía ser sorda a los sentimientos, y de esta forma poder continuar persistiendo con sus ya gastados pretextos, aún sabiendo que solo darían como fruto la pérdida de tiempo y el incremento de dolor para sus corazones.


Aún dadas las circunstancias de incandescencia de los ojos de ella que penetraban en los de el intentando mantener la ceguera, el se decidió por el camino de la resignación, tal como lo haría su antecesor, y lo decidió con más firmeza en el momento final, o uno de los tantos que simulaban reaccionar. Por su parte, ella correspondió contradictoriamente a sus principios morales, y se aferró al silencio verbal de sus sentimientos más predecibles, sin obrar tampoco para conseguir algún beneficio de su persona.


Aquellas llamas que se ocultan bajo el velo de sus ojos penetrantes y su tristeza indescriptible, conservarían la fuerza y la avaricia para capturar a otro convicto, arrastrarlo con su marea hasta el fondo del mar, y girar el mundo tantas veces que sea imposible diferenciar en aquel tumulto, el principio y el final; hasta que le pasen los años sobre sus ojos y se consuma completamente en la nostalgia, recordando, cuantas veces pudo haber amado.

FIN


Espero que les haya gustado; y más aun espero sus comentarios para conocer la opinión que tienen del mismo..

Saludos y muy buena suerte

Guillermo E. T.